Una ciudad sostenible es aquella que se enfoca en garantizar un futuro habitable para las generaciones presentes y futuras a través de optimizar elementos básicos como el transporte, los espacios públicos y cómo se utiliza la tecnología. Una ciudad sostenible debe ser accesible, segura y saludable para sus habitantes y estar diseñada para satisfacer sus necesidades presentes, y siempre con la vista puesta en el futuro, garantizando que la actividad que realizamos hoy no tenga un impacto en contaminación o desgaste de recursos naturales para las generaciones venideras.
Las principales características de una ciudad sostenible se pueden ver en las principales actividades que la definen:
- Un impulso ecológico a la movilidad dentro de sus calles.
- El uso compartido y la electrificación como aliados de una ciudad sostenible.
- Qué nuevos espacios públicos se pueden generar de una movilidad más efectiva.
La movilidad en una ciudad sostenible
Las características de una ciudad sostenible incluyen un transporte eficiente. Los medios de movilidad urbana sostenible incluyen bicicletas eléctricas y no eléctricas, transporte público eléctrico y sostenible como autobuses y tranvías, y vehículos compartidos eléctricos. En las ciudades sostenibles, se fomenta el uso de estos medios de transporte en lugar de los vehículos individuales con motores de combustión.
Este uso de nuevos medios de transporte incluye un avance en la tecnología que usan los propios vehículos, pero también un avance en cómo las ciudades son capaces de gestionar el seguimiento del tráfico, el uso de elementos como las bicis públicas o los sistemas de transporte urbano como buses o metros. Esta nueva sensibilidad por medir con datos reales cómo se usan los transportes trae consigo enseñanzas que luego se pueden aplicar en acciones reales para que nos movamos más rápido y mejor evitando, por ejemplo, los atascos, u optimizando las rutas más habituales y más sobrecargadas de las ciudades.
El uso compartido y la electrificación, aliados
La electrificación de los vehículos y la sustitución de las fuentes de energía contaminantes son claves para lograr una ciudad sostenible. El uso y, sobre todo, la mayor aceptación de los motores eléctricos en lugar de los motores de combustión habituales trae consigo vehículos más eficientes, menos contaminantes para el aire y también más silenciosos. Estas son ventajas evidentes que afectan claramente a cómo es percibida la ciudad por quienes pasan por ella.
Si a que los vehículos son más limpios y eficientes, se suma que se pueden compartir, tenemos una combinación ganadora para tener ciudades más eficientes. No solo cualitativamente hablando tenemos vehículos mejores, sino que cuantitativamente son menos los que necesitamos para garantizar la movilidad. Este uso compartido tiene un impacto positivo en la ciudad y genera espacios libres (antes usados por numerosos vehículos individuales) que pueden ser aprovechados no solo para reducir atascos, sino para otros usos que no son los de la movilidad.
Nuevos espacios públicos que pueden ser aprovechados
El hecho de que se pueda llegar a optimizar el transporte y la forma en la que nos movemos, podría traer consigo que el espacio del coche pueda reducirse para devolverlo a las personas. Una ciudad sostenible ofrece a sus habitantes una amplia variedad de opciones para llevar a cabo sus actividades diarias de una forma saludable y sostenible, como parques y espacios verdes o instalaciones deportivas, en lugar del espacio que en las últimas décadas ha estado reservado únicamente al transporte y a los vehículos particulares.
Este uso del espacio por parte de vehículos que, en muchas ocasiones, se utilizaban en exceso en el centro de las grandes urbes, suponía un alto coste de oportunidad para utilizar esos espacios vitales para lo que deben estar, para mejorar la calidad de vida de quienes viven en sus calles.